Luis Camnitzer
Un pionero del arte conceptual, Camnitzer critica las realidades políticas contemporáneas con una perspectiva informada por su experiencia directa con dictaduras latinoamericana
Desde finales de la década de los 60, Camnitzer ha creado obras en una variedad de medios, incluyendo instalaciones, serigrafía, dibujo y fotografía, que exponen nuestra indiferencia colectiva ante la violencia que los gobiernos infringen en las personas.
Luis Camnitzer no sólo resulta crítico y sagaz en su obra artística, sino también en su escritura, una faceta que ha desarrollado en forma paralela durante más de 40 años, y da cuenta –lo que probablemente también ocurre en su labor pedagógica– de un pensamiento coherente a partir de su condición de artista latinoamericano de “vanguardia” “internacionalizado”. Camnitzer reflexiona so- bre la situación del arte en procesos que van del colonialismo a la expansión de la economía de mercado y el proceso de globalización. Frente a panoramas adversos, mantiene siempre enarbolada la figura del artista pensante y actuante.
Uruguayo de origen alemán, reside en Nueva York desde 1964. Dentro de la intelectualidad izquierdista de entonces y como uno de los padres del conceptualismo, se volvió referente en los desplazamientos del grabado a la instalación, en arte “político” y el trabajo visual con la palabra. Camnitzer es de los grandes exponentes del arte contemporáneo latinoamericano. Reconocido por el mainstream, pese a que se presume a sí mismo como “artista revolucionario”, erige desde esa paradójica vivencia una obra integral que se funda en sus primeros (des)encuentros con uno de los epicentros del arte en el mundo. Es en esa posición incómoda que lo trastoca hasta hoy, donde logra congeniar ética y estéticamente. La condición del artista latinoamericano resulta para él epítome del artista contemporáneo que debe trabajar en la escena global sin traicionar a su aldea, sorteando toda posibilidad de exotización y banalización.
En su obra visual y ensayística, establece ciertas claves fundamentales para el arte “periférico” tanto en las primeras décadas de trayectoria como en la actualidad, cuando las prácticas etiquetadas bajo el rótulo de “lo latinoamericano” son altamente apetecidas en la escena internacional, y los criterios de consumo tilden a cualquier arte crítico de sensacionalis- mo y falta de compromiso político-social.
Cómo quedarse quieto frente a frases como “vivimos en el mito alienante de que somos primeramente artistas. No lo somos. Somos primordialmente seres éticos que distinguimos el bien del mal, lo justo de lo injusto, no sólo en el ámbito individual sino también en el comunitario y regional… Nuestra definición del arte, de a cuál cultura servimos, de a cuál público escogemos como audiencia, de qué ha de lograr nuestro trabajo son, todas, decisiones políticas”.